Lactancia materna mixta, mi experiencia


Yo nunca fui a ningún taller de lactancia materna (ni de nada relacionado con la maternidad o el embarazo). Pienso que puede que aporten, pero conociéndome me van a dar más preocupaciones que otra cosa… somos animales, al final todo es instinto. Y si juntas el instinto con la ayuda de tu madre, la de la pediatra y los consejos que todo el mundo te va a dar… ya está, no hace falta más. Al menos así pienso yo.

Cuando nació mi niño me llevaron a una zona de observación antes de subirme a planta donde, entre otras cosas, me enseñaron a amamantar a mi cachorro. Nunca me he sentido más leona que cuando fui madre, es alucinante. ¡Me faltaba chuparle el cuerpo para limpiarlo! Jaja! Ese momento es crucial, si tienes la suerte que tuve yo, te lo explicarán perfectamente. La chica me dijo cómo sujetarme el pecho, como ayudarle a encontrar el pezón, qué postura teníamos que tener los dos, cómo debía de quedar su naricita… todo! Y en dos segundos lo tenía enganchado perfectamente sin dolor alguno. Recuerdo que dije: “ya está, así de fácil es?” (porque había oído hablar mucho de que no es moco de pavo).

Su primera noche y el día siguiente completo lo enganchaba cada dos por tres, porque así se supone que ayudas a generar leche (cuanto más mame, más leche generas, eso es así), y no sentía dolor ni nada, todo iba aparentemente bien. Hasta que llegó la segunda noche que casi nos da algo a mi marido y a mi… no paró de llorar!! Yo lo enganchaba pero no lo quería, no paraba, yo ya no sabía que hacer, y mi marido menos. Supongo que no estaba saliendo leche suficiente, y digo supongo por lo que pasó a continuación. Mi marido, en plena crisis de desesperación, insistió en llamar a una enfermera, cosa que yo no quería porque sentía que podía solucionarlo sola, pero pasó de mi y la llamó. Y se lo agradezco. La chica nos recomendó que le diésemos un biberón de los que te dan en el mismo hospital, que son de agitar, abrir y listo. (que por cierto, los adoré, son súper cómodos para llevar en el bolso por si hay crisis (sobre todo si vas a hacer un viaje largo, los adoré tanto que una amiga me consiguió una caja del hospital y con eso me dio para un largo tiempo de subsistencia).

Hago un paréntesis. Entiendo la idea de sólo leche materna y la negación absoluta leche de fórmula, pero no la comparto. En mi caso, si eso iba a hacer que se calmara porque yo no tenía la leche que él quería, se lo iba a dar encantada.

Bueno, pues se lo dimos. Y amigas, ¡mano de santo! Cayó como un tronco hasta la mañana siguiente, ¡qué felicidad y qué alivio!

Eso sí, yo quise seguir con el pecho, eso solo fue una ayuda para no morir la segunda noche. Nos vino bien, descansamos, el nene también, y al día siguiente vuelta al pecho. No lo rechazó ni nada de esas cosas que dicen que pasan. De hecho, al día siguiente de pronto no té un dolor de pecho raro y me dijeron que eso era que me estaba subiendo la leche ya, que lo pusiera a comer y eso hice. Así que todo fluyó perfectamente.

Mi consejo es que no os obsesionéis con que solo y exclusivamente puede tomar pecho, a veces una ayuda no viene mal para ti, para tu marido y para el bebé.
Al tercer día, o segundo creo, me dolían los pezones. Me dolían mucho. No estaban agrietados pero si resentidos y recuerdo que engancharlo a comer era un martirio los primeros 15 segundos, después ya se pasaba el dolor. A mi me recomendaron esta crema de Purelán que también es mano de santo, me fue fenomenal, me los aliviaba muchísimo. Me lo ponía siempre, aunque no me doliera, como un hábito después de la ducha y cada vez que me acordaba. Eso hizo que estuvieran siempre bien hidratados y nunca se me llegaran a agrietar. La recomiendo al 901834982374%, es lo más.

Después pasaron los días y reconozco que, el primer mes, me volvía un poco loca intentando entender la lactancia, no sabía cómo estar segura de si me había vaciado los pechos, si se había alimentado bien o estaba solo usándolo de chupete… en fin, tenía dudas. Así que nada, le preguntaba a mi pediatra y ella me contó que técnicamente con tenerlo unos 15 minutos en cada pecho me aseguro de que está comiendo lo que debe. Y si vuelve a llorar al rato, ¡de nuevo al pecho! Eso es lo que llaman “a demanda”. Cosa que para mi es muuuuy sacrificada, lo reconozco. Pero es bonita la experiencia.

Ah! Que sepáis que además de talleres, si es que alguna se decanta por este tipo de ayuda, hay mujeres especialistas en el tema que van a tu casa a ayudarte si estás muy desesperada. Además en el hospital también te lo ofrecen cuando das a luz.

Recuerdo que me compré un saca leche por dos razones: para que alguien más pudiera darle de comer si yo no estaba y porque necesitaba que mis pechos fueran transparentes para ver cuánta leche tenían, y como eso era imposible, me sacaba leche de vez en cuando para ver cuánto salía y así hacerme una idea de lo que comía mi niño. En la moda de lactancia materna exclusiva, nazis del pecho y odio al biberón y saca leche, eso es un pecado, pero qué queréis que os diga, era/es una moda para mi gusto muy nazi y no va conmigo.

Yo hice lactancia materna exclusiva poco tiempo, menos de un mes de hecho. Mi niño lloraba mucho en el pecho, se ponía a succionar y lloraba, como diciendo “¡¡¡¡aquí no sale nada!!!!”. La gente te recomienda que tengas paciencia pero que queréis que os diga, pudiéndole darle comida, ¿por qué dejarlo llorando? Así que empecé con lactancia mixta por las noches, para que descansara más horas. Y de hecho más de una vez de día, si veía que se ponía demasiado histérico. Y, ¿sabéis qué? Menos mal que lo hice, porque con el tiempo he visto cómo es mi hijo y es un loco de la comida. Le flipa comer, es comilón desde que nació y no se sacia con poco. Tiene ansiedad por la comida, os lo juro. Se pone a llorar de desesperación en el tiempo que le estoy poniendo el babero, ¡que son 2 segundos! Es súper impaciente. También si ve a alguien comer/meterse algo en la boca/masticar se pone súper nervioso, pegado a sus piernas pidiéndole comida. Es comilón, no hay más. Y ha salido a mi y a mis hermanos, y a mis familia entera, somos muy comilones y ansiosos. Somos de los que ponen algo de comer en la mesa y dura 2 segundos.
Así que si lo es ahora lo era de pequeño, y pensar en no haberle dado el biberón cuando el pobre tenía ese hambre/ansiedad que tiene cuando no está saciado… me habría sentido muy culpable. Porque cuando son tan pequeños no sabes qué es, pero ahora que es mayor y sabe pedir a su manera lo que quiere, sé que es y era hambre en su día. Así que ojo, no seas demasiado nazi que a lo mejor tu niño es comilón como el mío, ¡y que pase hambre en el siglo en el que vivimos es delito!

Dicho esto…. Sigo.

Cuando pasó el primer mes le cogí el tranquillo al tema y ya sabía cuándo estaba vacío uno, notaba si mi niño tardaba más en pedir comida porque se me hinchaban una barbaridad los pechos y me chorreaba leche por todos lados… Os recomiendo los discos de lactancia, son un must si no quieres ir con la camiseta mojada. Yo compré los de Chicco por 7,99 € pero después descubrí los de Hipercor a 5 € e igual de buenos. Viva la marca blanca.

Durante todo ese primer mes engancharlo era doloroso, sobre todo en el pecho izquierdo, supongo que lo cogía mal o algo… pero era un dolor inicial de unos 15 segundos, como decía antes, y después se pasaba y todo fluía bien. Pero a partir del segundo mes más o menos eso se pasa, al menos a mi se me pasó, y ya tus pechos/pezones están más que acostumbrados y ponerlo a mamar es como el que se rasca la nariz, no notas nada más que muuuucho amor viéndolo ahí pegado a ti, comiendo, sintiendo que está engordando y está adquiriendo muchas vitaminas y cosas saludables que van a hacer que esté sanito. Insisto, es muy bonito.

Combiné pecho y biberón hasta el tercer mes y medio, que dejé el pecho por completo. La combinación es un poco rollo en realidad porque al final no tienes la comodidad del pecho, de no depender de biberones ni leche de fórmula, pero tampoco la comodidad de que sea exclusivo el biberón y tu niño no dependa de ti para la comida. Estás como en el limbo de la lactancia. Así que lo dejé, y lo hice paulatinamente. Cada vez lo dejaba menos tiempo mamando y le daba más biberón, hasta que llegó el día que me saltaba quizá una toma y se la daba solo de pecho. Y así hasta que nunca más le di pecho. Me puse triste, lo reconozco. Por un momento me arrepentí de haberlo ido dejando porque ya volver a empezar no era viable, pero por otro lado él se saciaba más con el bibi y era más cómodo para todos.

Y ya está, os haré otro post contándoos mi experiencia con los biberones, que me da para escribir otro poco.

Espero que mi historia os sirva. ¡Mucha suerte y a disfrutar del momento lactancia que es precioso!


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